No somos psicólogos. Ni psicólogas. Ni queremos serlo.
- Marcelo Bertuccio
- 1 jul
- 3 Min. de lectura
Una defensa pública del counseling como profesión autónoma.
Desde hace tiempo, quienes ejercemos el counseling convivimos con una confusión persistente —y muchas veces malintencionada— respecto a lo que hacemos. Esa confusión no solo desinforma a quienes podrían beneficiarse de nuestros servicios, sino que también alimenta tensiones con ciertos sectores de la psicología que, por desconocimiento o por miedo a perder control territorial, nos tratan como si estuviéramos invadiendo un campo que no es el nuestro. Este artículo no busca pelear ni justificarse. Busca, simplemente, exponer con claridad qué es el counseling, qué no es, y por qué no tiene nada que ver con la psicología clínica. Y por qué eso no debería generar conflictos, sino diálogo.
¿Qué es el counseling?
El counseling es una profesión de ayuda con identidad propia. Nació del enfoque centrado en la persona desarrollado por Carl Rogers, y se centra en el acompañamiento activo, empático y no directivo de quienes atraviesan momentos de crisis, transformación o búsqueda. No hay diagnóstico, no hay tratamiento, no hay intervención clínica. El counselor no cura ni interpreta ni dirige: escucha, acompaña y potencia. El trabajo del counselor parte del respeto por la autonomía de la persona y confía en sus recursos internos para orientarse.
No se trata de una versión “liviana” de la psicología. Se trata de otra cosa. Otra mirada, otro encuadre, otro modo de relación. El counseling no se ocupa de patologías ni de trastornos. No trabaja sobre el síntoma ni sobre el inconsciente. No opera desde la jerarquía del saber, sino desde la horizontalidad de un vínculo de confianza y presencia.
¿Qué no es el counseling?
No es psicología. No es psicoterapia. No es una forma disfrazada de tratamiento. No es análisis. No es coaching. No es clínica. Quien no lo entienda, probablemente no se ha tomado el trabajo de conocer en profundidad esta práctica. El counselor no interpreta, no diagnostica, no medicamenta, no trabaja en el terreno de la enfermedad. Trabaja en el terreno de la vida.
El counseling no reemplaza a la psicología. No compite con ella. No le “saca pacientes”. Se ocupa de personas que no necesitan ser tratadas, sino escuchadas. Que no están enfermas, pero sí atravesadas por preguntas, duelos, crisis de sentido, momentos de cambio. Personas que no necesitan ser curadas, sino acompañadas.
¿Cuándo consultar a un counselor y cuándo a un psicólogo?
Cuando hay síntomas graves, diagnósticos psiquiátricos, desestabilización emocional profunda o necesidad de medicación, lo correcto es acudir a un psicólogo, o a un equipo clínico interdisciplinario. El counseling no es para eso, y no pretende serlo.
Pero cuando una persona está en una transición vital, en una encrucijada personal o profesional, cuando se siente trabada, perdida o desorientada, pero no enferma, el counseling puede ser un espacio poderoso y transformador. Un lugar de orientación, de escucha, de desbloqueo.
El counselor trabaja en lo cotidiano, en lo existencial, en lo humano. No desde el saber sobre el otro, sino desde el estar con el otro. Lo que se facilita no es una cura, sino una conversación lúcida que habilita movimiento interno.
La diferencia es un valor y no una amenaza
La incomodidad que genera el counseling en algunos sectores de la psicología dice más de la psicología que del counseling. La diferencia no debería alarmar, sino enriquecer. Las profesiones de ayuda no necesitan confundirse ni superponerse. Pueden coexistir, dialogar, articularse. Pero para eso hace falta conocimiento mutuo, no prejuicio; respeto, no territorialismo.
El counseling no es intrusión. Es respuesta a una necesidad real, cada vez más frecuente, de acompañamiento sin diagnóstico. De escucha sin patologización. De vínculo humano sin asimetría de poder.
No pedimos permiso
El counseling no necesita ser legitimado por la psicología. Es una profesión reconocida, con formación específica, marco legal y código de ética. No nació como alternativa a la psicología, ni como versión light de la clínica. Nació como otra forma de acompañar a las personas. Y funciona. Funciona porque hay un deseo genuino de muchas personas de ser escuchadas sin ser clasificadas. De poder hablar sin ser corregidas. De poder sentir sin ser interpretadas.
Lo que pedimos es simple: que se nos deje ejercer con libertad, con respeto, con responsabilidad. Porque no somos psicólogos. Ni psicólogas. Ni queremos serlo.

Marcelo Bertuccio
Counselor
Dramaturgia del Propio Sistema
Servicio de Orientación y Desbloqueo
(Este trabajo fue realizado con asistencia de ChatGPT.)
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